Si queremos avanzar hacia una
educación inclusiva, que considere como elemento fundamental la diversidad
sexual, debemos partir por preguntarnos acerca de la educación sexual en nuestro
país. La gran mayoría puede coincidir en que, como experiencia propia, en
nuestros colegios de haber existido algún tipo de educación sexual ésta se
basaba en un par de clases de biología que referían a conceptos como reproducción,
sistema reproductor (con los clásicos dibujitos de penes y vaginas por dentro),
embarazo, hormonas, etc. Si alguno llegó a tener una experiencia de taller
sobre sexualidad, donde llegaba un señor “experto” en sexualidad externo al
colegio, quien daba una charla acerca de enfermedades de transmisión sexual,
prevención (preferentemente abstinencia), masturbación, etc.
Aparte de estas experiencias
personales, la mayoría de los actuales programas de educación sexual en Chile,
adoptan esta lógica de talleres de expertos, que despliegan un discurso muchas
veces moralista, sexista, prevencionista, etc. invisibilizando varios aspectos:
en primer lugar, se niega el hecho de que todos poseemos conocimientos y
experiencias sobre sexualidad legítimas, incluso por parte de los mismos profesores de aula, de modo que solo este "otro externo" es el experto, lo que me recuerda a lo que Huguet (2009) sostiene respecto al trabajo colaborativo en el aula, donde el hecho de que existan especialistas influye en los profesores curriculares de modo que estos creen que requieren de ese saber experto; en este caso, como si ellos no tuvieran conocimientos sobre sexualidad ni experiencia sexual, lo cual también le sucedería a los alumnos, en vez de realizar un trabajo conjunto donde se legitimen todos los saberes. Además de esto, se excluyen de las charlas
temas importantes como libertad sexual, placer, diversidad sexual, etc.; por
otro lado, el carácter sexista de estos talleres reproduce las lógicas binarias
de sexo/género, que imponen ciertos roles sexuales a los alumnos, valorando
ciertas actitudes y conductas, y castigando otras, ya sea de forma explícita o
implícita.
Respecto a esto último, se
observa una cierta tendencia a privilegiar la educación sexual referente a la
prevención (métodos anticonceptivos) como responsabilidad principal de las
mujeres, siendo éstas su principal público objetivo, centrando además la mayor
parte del discurso en la temática del embarazo adolescente y su prevención.
Así, vemos que con esto se legitima por una parte, un determinado rol de mujer,
pero además, se realiza bajo una perspectiva netamente heteronormada, de modo
que la sexualidad se concibe principalmente como reproductiva, entendiendo que
hombres y mujeres poseen ciertos roles sexuales que responden a sus
características biológicas, de modo que se naturalizan dichos roles, siendo
justificados incluso desde el sentido común por la meta de la reproducción que
nos “correspondería naturalmente” a todos.
Lo anterior conlleva que la
diversidad sexual sea una perspectiva impensada, de modo que con suerte saldrá
el tema de la homosexualidad, siempre con diversidad de discursos, pero
básicamente en torno a los típicos debates, y el actual discurso de “tolerancia
y respeto”. Ni pensar en oír acerca de otras posibilidades (como transgénero
por ejemplo).
Es así como tenemos este panorama
de educación sexual, claramente alejada de la inclusión, más bien todo lo
contrario, represiva y normalizante. Pero es justamente este medio el que debe
utilizarse como herramienta de lucha por la inclusión y la diversidad sexual.
Ideas de cómo lograr esto, serán revisadas en publicaciones posteriores,
esperamos sus aportes!!
Por ahora los dejamos con unas
citas de un programa de educación sexual en Chile llamado CESI, curso de
educación sexual integral y afectividad, que ejemplifican lo comentado más
arriba, de forma tremendamente violenta:
“SIDA y enfermedades de
transmisión sexual: Mostramos en qué consisten estas enfermedades, cómo se
transmiten, qué significa ser portador y las consecuencias para la calidad de
vida que implica esta, como también los métodos de prevención, incluyendo la fidelidad
y la abstinencia”.
“Homosexualidad: No la
consideramos perversión, ni degeneración, ni vicio, ni tampoco enfermedad. Entregamos
información científica actualizada sobre las dos posiciones frente al tema por
la comunidad de expertos; como condición natural, o como una perturbación en el
desarrollo. La normalidad no se contrapone a perturbación en el desarrollo, que
necesariamente todos los humanos tenemos en alguna área de nuestra
personalidad. A través de una información actualizada queremos crear un clima de no discriminación pero tampoco de
idealización frente al tema.
“Roles de género: Entregamos
información acerca de la importancia de
adquirir un rol de género definido que esté acorde al físico del niño(a),
especialmente durante la infancia y la niñez. Esto enseñado especialmente a los
padres y profesores para que detecten los casos con problemas y pueda pedirse
ayuda a tiempo. Los asesoramos a través de la plataforma moodle con un
psiquiatra infantil, y les ofrecemos el consultorio de CESI para evaluación y/o
tratamiento en caso indicado”
Fuente:
Centro de Educación Sexual Integral [CESI] (2014). Nuestra Opinión. Recuperado de: http://www.cesi.cl/nuestra-opinion/
Referencia:
Huguet, T. (2009). El trabajo colaborativo entre el profesorado
como estrategia para la inclusión. En Giné, C. y otros (2009), La educación
inclusiva: de la exclusión a la plena participación de todo el alumnado
(81-94). Barcelona: Horsori.
No hay comentarios:
Publicar un comentario