Ficha
bibliográfica
“El trabajo
colaborativo entre el profesorado como estrategia para la inclusión”
Alumna:
Daniela Calderón G.
Síntesis
y principales conclusiones:
Primero
la autora explica que para lograr la inclusión en educación se requieren
cambios en las prácticas educativas mismas, por lo que, la cultura docente y sus supuestos
básicos son un punto importante donde construir cambios.
Dentro
de estos supuestos a la base, se halla en primer lugar, el tema de la exagerada
necesidad de profesionales especializados para los alumnos diferentes, que
lleva a que los docentes curriculares crean que inevitablemente requieren de
ese saber experto para entender cómo deben ser tratados, educados, etc.,
dejando de lado las múltiples semejanzas que estos niños comparten con el resto
del alumnado, y desestimando su propia capacidad como docentes, sintiéndose
inseguros ante la experticia de los profesionales especializados.
De
este modo, la especialización llevaría al aislamiento de los educadores y
reduciría el campo donde pueden intervenir, por lo que, si bien la
especialización es necesaria, para que sea útil en el ámbito educacional, debe
darse un trabajo colaborativo, donde el saber experto sea compartido y
contrastado con la opinión de los docentes, quienes están directamente implicados
a diario con los alumnos, de modo que puedan generarse estrategias educativas
para que todos los docentes sean capaces de educar a todos los alumnos, con
acompañamiento de profesionales cuando sea necesario.
Un
segundo punto de necesario cambio, es la cultura de la escuela a nivel
relacional, puesto que para generar mejoras, se requiere construir una cultura
de respeto y colaboración, donde se reconozcan las capacidades de agencia,
iniciativa y creatividad de cada uno de los profesionales, así como se
legitimen y valoren los diferentes estilos y puntos de vista, promoviendo el
interés y respeto entre todo el equipo de profesionales, tanto a nivel de
directiva, como docentes y alumnos. Además, es fundamental que paralelamente se
desarrollen espacios que permitan reflexionar, discutir y analizar en torno a
estos temas, en todos los niveles y ámbitos escolares, y entre los distintos
subsistemas, de forma periódica y constante.
Una
forma de aumentar la colaboración y favorecer la inclusión, es el trabajo
compartido de dos profesores en el aula. Para esto se requieren ciertas
capacidades y actitudes en los profesionales para que exista colaboración,
entre las que destacan: bilateralidad, complementariedad, autonomía,
corresponsabilidad, actitud proactiva, reconocimiento del saber del otro,
respeto, aceptación, empatía, confianza, indagación y creatividad. Sin embargo,
no bastan solo actitudes, sino también hay que considerar las comunicaciones
que se dan en el sistema dentro del aula puesto que también éstas influyen en
el clima relacional, de modo que deben potenciarse comunicaciones que
favorezcan la calidad de las relaciones de colaboración.
Ahora,
en relación a los profesionales especializados, la autora afirma que la
principal característica que éstos deben tener es una gran sensibilidad y
responsabilidad en relación a la inclusión y el trabajo colaborativo, de modo
que puedan favorecer un ambiente de apoyo mutuo. Se debe dejar atrás la visión
de éstos como expertos y autoridad que genera inseguridades en los docentes,
para pasar a verlos como reales agentes de cambio escolar, trabajando
conjuntamente con los profesores en el aula misma, para buscar las mejores
soluciones ante las dificultades que se presentan día a día en la tarea de
atender a la diversidad.
Además,
los profesionales de apoyo deben ser capaces de desarrollar ciertas habilidades
más allá de la colaboración, por ejemplo, la capacidad de aportar nuevas
estrategias de enseñanza que aumenten el repertorio metodológico de los
profesores en el aula.
Otro
aspecto necesario del trabajo colaborativo es la planificación, es decir, los
momentos en que los profesionales establecen acuerdos respecto a diferentes
aspectos, tales como objetivos de las actividades, organización de espacios,
grupos, materiales, distribución de roles y tareas, criterios de evaluación,
etc., siempre considerando las necesidades de todo el alumnado, y por tanto,
tomando en cuenta las posibles adaptaciones que sean necesarias para asegurar
la participación de todos.
Específicamente
en el aula, debe darse una comunicación entre profesores y con los alumnos que favorezca
su aprendizaje y motivación a aprender, enfocándose en comportamientos y
observaciones concretas y que ocurran en dicho momento. Así, se deben evitar
comentarios negativos hacia los alumnos, y por el contrario, motivarlos con
comentarios positivos acerca de su proceso de aprendizaje y participación, así
como evaluar qué actividades, compañías y apoyos son los más adecuados para
cada alumno, a fin de generar estrategias que favorezcan la inclusión.
Finalmente,
un elemento fundamental es la evaluación conjunta de las sesiones realizadas,
en la cual, los profesores deben evaluar tanto aspectos referentes al proceso
educativo (actividades realizadas, propuestas, etc.), como a la relación e
interacción, puesto que ésta se construye día a día, recogiendo la opinión del
otro, ampliando la perspectiva de análisis y favoreciendo el cambio.
Todo
lo anterior en su conjunto podría permitir establecer dinámicas colaborativas
entre docentes, que llevasen a una educación más inclusiva y participativa, en
tanto se tome conciencia de que todos son igualmente responsables de lograr
esta meta.
Breve
comentario:
Se
reconoce el aporte del texto en tanto propone estrategias concretas de cambio
en los procesos educacionales específicamente en relación a la labor docente,
pues el trabajo colaborativo favorecería el aprendizaje y la participación bajo
una lógica inclusiva, al considerar que todos los profesionales son
responsables de generar cambios positivos y atender a la diversidad del
alumnado y sus necesidades. En este sentido, es favorable la perspectiva de la
autora, de abandonar la visión de experto y autoridad de los profesionales
especializados, optando más bien, por reconocer los saberes de todos y
construyendo conocimiento conjunto en un ambiente de respeto y colaboración.
Sin
embargo, hay dos aspectos principalmente que parecen inadecuados en la meta de
la inclusión educativa, el primero de ellos, es el hecho de que la autora en
reiteradas ocasiones nombran a los alumnos considerados con discapacidades o
necesidades especiales como “distintos”, pero sin uso de comillas, entre otros
adjetivos, de modo que da a entender que igualmente realiza cierta distinción
en ocasiones, siendo que todos los alumnos y las personas somos distintas. El
segundo aspecto, más de contenido, es que si bien es un gran aporte la
propuesta de un trabajo colaborativo entre profesores, quizás podría
considerarse también la participación de otros actores educativos, como los
mismos alumnos y sus familias, por lo menos en tareas de planificación y/o
evaluación de los procesos.
Citas
textuales:
“El
objetivo ante cualquier intervención posible debe ser siempre promover la
capacidad de aprendizaje y de competencia profesional de los profesores tutores
y de área, generar conocimiento compartido, aportar estrategias y metodologías
inclusivas que cambien las prácticas en las aulas y nos enfrenten decididamente
y sin rodeos al auténtico núcleo del problema. El problema no es el alumno que
no aprende o que experimenta barreras al aprendizaje; el problema o, mejor
dicho, el reto es que todos los profesores se impliquen en la mejora de las situaciones
de enseñanza para que todos los alumnos puedan participar y aprender.” (Huguet,
p. 91, 2009).
“En
definitiva, para construir aulas inclusivas en las que todos los alumnos puedan
aprender y participar, sea cual sea su nivel de aprendizaje o grado de
discapacidad, es necesario crear dinámicas de colaboración entre docentes para
que todos vayan tomando responsabilidades de ese proyecto y puedan participar,
sea cual sea su área de conocimiento.” (Huguet, p. 94, 2009).
Referencia:
Huguet,
T. (2009). El trabajo colaborativo entre el profesorado como estrategia para la
inclusión. En Giné, C. y otros (2009), La
educación inclusiva: de la exclusión a la plena participación de todo el
alumnado (81-94). Barcelona: Horsori.
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